Un incendio de proporciones catastróficas devoró en la madrugada de este miércoles el edificio New Lucky House, un bloque residencial-comercial de 15 plantas en el corazón de Jordan, distrito de Kowloon. El fuego, que comenzó a las 02:47 hora local en una tienda de plásticos del segundo piso, se propagó a velocidad vertiginosa por las escaleras y los conductos de ventilación, convirtiendo el inmueble de 56 años de antigüedad en una trampa mortal. A las 18:00 horas, el balance provisional es devastador: 65 personas fallecidas confirmadas y 279 siguen en paradero desconocido, lo que convierte esta tragedia en el incendio más mortífero en Hong Kong desde el garra de 1996 en Garley Building (41 muertos).
El jefe ejecutivo John Lee declaró el luto oficial de siete días y anunció una investigación independiente “hasta las últimas consecuencias”. “Es una catástrofe sin precedentes en la historia reciente de Hong Kong”, afirmó visiblemente conmocionado durante una rueda de prensa de emergencia.
Los bomberos recibieron la primera alerta a las 02:53. Cuando llegaron, el edificio ya estaba completamente envuelto en llamas. Testigos relataron escenas dantescas: residentes atrapados en balcones gritando por ayuda, otros lanzándose al vacío envueltos en sábanas, y un denso humo negro que impedía cualquier visibilidad a partir del quinto piso.
“Escuché explosiones continuas, como si todo estuviera estallando. Vi a una mujer con su bebé en brazos pidiendo auxilio desde el piso 12, pero las escaleras ya eran puro fuego”, contó a este medio Chan Wai-keung, vecino del bloque colindante.
Entre los fallecidos identificados hasta ahora hay 28 hombres, 31 mujeres y 6 menores de edad. La mayoría eran trabajadores de bajos ingresos, inmigrantes del sur de Asia y ancianos que vivían en las subdivisiones ilegales que proliferan en este tipo de edificios antiguos de Kowloon.
“Muchos de ellos eran limpiadores, guardias de seguridad y repartidores que no podían pagar otra cosa. Pagaban 2.500 dólares hongkoneses (320 USD) al mes por un cubículo sin ventanas”, explicó So Lo-pun, activista de la ONG Society for Community Organization (SoCO).
De los 279 desaparecidos, las autoridades temen que la cifra final de víctimas mortales pueda superar los 300. Los equipos de rescate siguen trabajando con perros y drones térmicos entre los escombros, pero las altas temperaturas y el riesgo de derrumbe han obligado a paralizar varias veces.
La noche del 26 de noviembre de 2025 quedará grabada como la mayor tragedia por incendio en la región administrativa especial en casi treinta años. Y, quizás, como el punto de inflexión que obligue por fin a enfrentar una crisis habitacional que lleva décadas cobrando vidas en silencio.

