En un movimiento que acelera el epílogo de uno de los capítulos más oscuros del crimen organizado en América Latina, la Corte Federal del Distrito Este de Brooklyn, Nueva York, ha adelantado la audiencia de sentencia contra Ismael “El Mayo” Zambada, el legendario líder del Cártel de Sinaloa. La fecha, originalmente fijada para el 13 de enero de 2026, se ha reprogramado para el 12 de enero a las 10:00 horas (tiempo de Estados Unidos), según un documento judicial emitido el 1 de diciembre por el juez Brian M. Cogan, quien también presidió el histórico juicio de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Este ajuste, aunque aparentemente menor refleja la celeridad con la que las autoridades estadounidenses buscan cerrar el expediente de Zambada, un capo que durante más de cuatro décadas evadió la captura mientras tejía una red de narcotráfico que inundó continentes con fentanilo, cocaína y heroína. La decisión del tribunal establece plazos estrictos para las partes involucradas: la defensa de “El Mayo” tiene hasta el 29 de diciembre de 2025 para presentar su memorándum de sentencia y cualquier objeción al proceso, mientras que la Fiscalía federal dispondrá hasta el 5 de enero de 2026 para responder. “El adelanto indica que la revisión de evidencias y evaluaciones está prácticamente concluida, marcando el fin de una fase clave en este caso de alto perfil”, según fuentes cercanas al proceso.
El adelanto de la sentencia no solo acelera el destino personal de Zambada, sino que envía ondas de choque al ecosistema del narcotráfico. En México, donde “El Mayo” era visto como un fantasma intocable —el último de los grandes capos en libertad—, su caída representa el colapso de una era. Fundador del cártel que dominó rutas clave desde Sinaloa hasta Europa, Zambada personificaba la astucia sobre la violencia: a diferencia de “El Chapo”, evitó el espectáculo y las traiciones públicas, manteniendo un perfil bajo que le permitió operar durante 50 años.
Expertos como la exfiscal federal mexicana Laura Ávila consultada por este medio advierten que su sentencia podría desestabilizar aún más al Cártel de Sinaloa, ya fragmentado por arrestos internos y disputas sucesorias. “Zambada no cooperó, lo que significa que no hay delaciones masivas inminentes, pero su ausencia acelera la guerra por el control”, señala Ávila. Mientras tanto, los hermanos Guzmán López —quienes también se declararon culpables recientemente en Illinois— esperan sus propias audiencias, sin fechas definidas, en un proceso que promete más revelaciones sobre el secuestro de “El Mayo”.
Desde Washington, la fiscalía, liderada por Andrew Erskine, ha enfatizado que no habrá “regalos” por la traición: los Guzmán no recibirán indulgencias extras por capturar a Zambada. La audiencia del 12 de enero se espera con alta cobertura mediática en la Sala Ceremonial 2DN de Brooklyn, donde el mundo observará cómo se cierra el telón sobre uno de los imperios criminales más perdurables.
En un mundo donde el fentanilo sigue cobrando miles de vidas al año, la sentencia de “El Mayo” no es solo justicia: es un recordatorio de que, tarde o temprano, hasta los más esquivos caen. ¿Será perpetua? Solo el juez Cogan lo dirá en unas semanas. Por ahora, el reloj avanza un día más rápido hacia el veredicto.

