La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) ha otorgado la autorización para el desmonte de 259.58 hectáreas de selva en el municipio de Cancún, Quintana Roo, con el objetivo de construir la terminal de carga del Tren Maya, uno de los proyectos insignia del gobierno federal. Esta decisión ha generado un intenso debate entre autoridades, ambientalistas y comunidades locales debido a sus posibles implicaciones ecológicas y sociales.
La autorización, publicada en los registros oficiales de la SEMARNAT, permite la remoción de vegetación en una zona caracterizada por su rica biodiversidad, que incluye especies endémicas y ecosistemas de selva tropical. La terminal de carga, que formará parte de la infraestructura del Tren Maya, busca fortalecer la logística y el transporte de mercancías en la región, conectando el sureste mexicano con otros puntos del país. Sin embargo, la intervención en un área de tal magnitud ha levantado preocupaciones sobre el impacto ambiental y la sostenibilidad del proyecto.
Organizaciones ambientalistas han expresado su inquietud, argumentando que el desmonte de más de 250 hectáreas de selva podría agravar la pérdida de hábitats naturales, afectar la fauna local y contribuir al cambio climático. “Estamos frente a una decisión que prioriza el desarrollo económico por encima de la conservación ambiental”, señaló un representante de una ONG dedicada a la protección de ecosistemas en la región. Asimismo, han exigido que se hagan públicos los estudios de impacto ambiental y las medidas de mitigación que acompañan al proyecto.
Por su parte, las autoridades responsables del Tren Maya han defendido la autorización, asegurando que se han implementado planes de reforestación y compensación ambiental para contrarrestar los efectos del desmonte. Según un comunicado oficial, el proyecto cumple con las normativas ambientales vigentes y busca equilibrar el desarrollo económico con la protección del entorno. La terminal de carga, afirman, generará empleos y dinamizará la economía de Quintana Roo, consolidando a Cancún como un nodo logístico clave en el Caribe mexicano.
La construcción de la terminal forma parte de los esfuerzos para completar el Tren Maya, un proyecto ferroviario que abarca más de 1,500 kilómetros y conectará los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Aunque el tren ha sido promovido como una herramienta para impulsar el turismo y el desarrollo regional, también ha enfrentado críticas por su impacto en comunidades indígenas y áreas naturales protegidas.
El desmonte autorizado en Cancún se suma a otras controversias relacionadas con el Tren Maya, como las afectaciones a cenotes, cuevas y ríos subterráneos en la península de Yucatán. Activistas y expertos han instado al gobierno a transparentar los procesos de evaluación ambiental y a considerar alternativas que minimicen el daño a los ecosistemas.
Mientras la construcción de la terminal de carga avanza, la sociedad civil y los grupos ambientalistas planean continuar con movilizaciones y acciones legales para exigir un equilibrio entre el desarrollo y la conservación del patrimonio natural de Quintana Roo. La polémica en torno al Tren Maya sigue creciendo, colocando en el centro del debate la pregunta sobre cómo conciliar el progreso económico con la preservación del medio ambiente en una de las regiones más biodiversas de México.