En un hecho sin precedentes en la historia de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, expresidente del país entre 2007 y 2012, ingresó hoy a la prisión de La Santé en París para cumplir una condena de cinco años de cárcel por asociación ilícita en el escándalo de financiación ilegal de su campaña presidencial de 2007 con fondos procedentes del régimen libio de Muamar el Gadafi.
Este veredicto, emitido el 25 de septiembre por un tribunal de París, marca el primer caso en que un exjefe de Estado francés es encarcelado de manera efectiva, desatando un intenso debate sobre la independencia judicial y la igualdad ante la ley en Francia.
Sarkozy, de 70 años, fue trasladado bajo estrictas medidas de seguridad desde su residencia en el distrito XVI de París, donde una multitud de simpatizantes se congregó para corear lemas de apoyo como “¡Nicolas, estamos contigo!” y entonar La Marsellesa, el himno nacional.
Acompañado por su esposa, la cantante Carla Bruni, el exmandatario salió de su hogar visiblemente sereno, portando una copia de El conde de Montecristo de Alexandre Dumas, en un gesto simbólico que evoca temas de injusticia y venganza.
“Dormiré en prisión, pero con la cabeza alta. La verdad triunfará”, declaró Sarkozy antes de partir, reiterando su inocencia y calificando el proceso como una “persecución política” destinada a “humillar a Francia”.
El juicio, que duró más de tres años y abarcó 68 infracciones contra 12 acusados, se centró en acusaciones de que Sarkozy, entonces ministro del Interior, orquestó un esquema para obtener al menos 50 millones de euros del régimen de Gadafi a cambio de favores políticos una vez en el poder.
El tribunal consideró probado que colaboradores cercanos del político “maniobraron para captar apoyo financiero libio” entre 2005 y 2007, aunque absuelve a Sarkozy de cargos más graves como corrupción pasiva y desvío de fondos públicos, al no demostrarse que él fuera el beneficiario directo de los dineros.
 
		
