El Premio Nobel de la Paz, establecido en el testamento de Alfred Nobel en 1895, se otorga anualmente por el Comité Nobel Noruego a individuos u organizaciones que hayan realizado “el mayor o mejor trabajo para la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de ejércitos permanentes y la celebración de los congresos de paz”. Este galardón ha premiado a figuras controvertidas como Henry Kissinger en 1973 o Barack Obama en 2009, lo que demuestra que no siempre sigue un consenso unánime, pero prioriza contribuciones a la cooperación internacional y el desarme.
En el contexto de 2025, con el anuncio programado para el 10 de octubre (mañana de la fecha actual, 9 de octubre), la posibilidad de que Donald Trump, presidente de EE.UU. desde enero de 2025, reciba el premio ha generado un debate intenso.
A su favor se puede decir que
Trump ha cultivado activamente su imagen como mediador global, afirmando haber “terminado siete guerras” desde su regreso a la Casa Blanca. Sus defensores destacan una serie de avances diplomáticos en 2025 que podrían alinearse con los criterios del Nobel, como la promoción de la “fraternidad entre naciones”, algunos de sus logros son los acuerdos de paz en Oriente Medio, Trump ha sido pieza central en la extensión de los Acuerdos de Abraham (iniciados en 2020), incluyendo un reciente cese al fuego entre Israel e Irán en junio de 2025, tras bombardeos estadounidenses contra sitios nucleares iraníes.
Además, su administración impulsó un acuerdo histórico entre Israel y Hamás para el fin de la guerra en Gaza y la liberación de rehenes, anunciado esta semana, que Netanyahu ha calificado de “milagroso” y por el que lo nominó personalmente. Un profesor de derecho israelí-estadounidense también lo postuló por estos esfuerzos, enfatizando la liberación de rehenes y la lucha contra el antisemitismo.
Sus mediaciones en Asia y Europa en mayo de 2025, Trump intervino en la crisis India-Pakistán, logrando un cese al fuego que Pakistán le atribuyó explícitamente, nominándolo por su “liderazgo decisivo”. En julio, intervino en un conflicto fronterizo entre Camboya y Tailandia, ganando la nominación del primer ministro camboyano. En Europa, ha presionado por un acuerdo entre Ucrania y Rusia. Malta y un congresista republicano también lo nominaron por avances en Armenia-Azerbaiyán y Gaza.
Estas nominaciones, realizadas antes de la fecha límite del 31 de enero de 2025, lo posicionan entre los 338 candidatos (244 individuos y 94 organizaciones), un récord reciente. En redes como X, existen usuarios que le llaman “merecedor del Nobel” por Gaza, y casas de apuestas como Oddspedia le otorgan un 25% de probabilidades.
Estos logros podrían interpretarse como un avance en la “fraternidad entre naciones”, similar a los Acuerdos de Camp David que les valieron el Nobel a Sadat y Begin en 1978.
Sin embargo, también existen argumentos en contra debido a la evidente presión política que podria estar ejerciendo. A pesar de las nominaciones, expertos y analistas coinciden en que las chances de Trump son bajas debido a factores que chocan con el espíritu del premio.
El Comité Nobel valora la neutralidad y rechaza la autopromoción. Trump ha declarado públicamente que “merece” el premio y ha presionado a Noruega, incluyendo llamadas al ministro de Finanzas sobre aranceles. Nina Græger, directora del Instituto de Investigación para la Paz de Oslo, argumenta que su “presión política” lo descalifica, ya que el Comité busca “humildad y cooperación multilateral”, no “paz a través de la fuerza”.
Aunque Trump ha mediado ceses al fuego, su enfoque es unilateral: se retiró de tratados como el de París y el nuclear con Irán, impuso guerras comerciales a aliados y escaló retórica militar. El cese al fuego India-Pakistán fue rechazado por India, y su rol en Ucrania incluye envíos de armas, no solo diplomacia. El acuerdo de Gaza, aunque significativo, llegó demasiado tarde para influir en la decisión del Comité, que ya estaba tomada antes del 10 de octubre, según historiadores como Asle Sveen.
Utilizando Inteligencia Artificial como ChatGp y/o garmin se obtienen estadísticas poco favorables para Trump, dándole únicamente entre un 5-8% de probabilidades. Al proyectar a los 338 candidatos, se obtienen alfunos otros personajes con mayor ventaja, Yulia Navalnaya (40% en probabilidades) o grupos humanitarios en Gaza/Ucrania (20-70% de probabilidades) encajan mejor en el énfasis de Nobel sobre los derechos humanos y desarme.
Las posibilidades de Donald Trump son remotas, pero no imposibles,
la probabilidad de que Trump gane el Nobel de la Paz 2025 es baja, probablemente inferior al 10%, dada la independencia del Comité y su aversión a la presión política. Sus logros diplomáticos son innegables y podrían merecer reconocimiento en futuros años (quizá 2026, si consolida la paz en Ucrania o Gaza), pero su estilo confrontacional y el timing del acuerdo en Gaza lo perjudican.
Históricamente, el Nobel ha premiado a presidentes como Carter (1979) por esfuerzos duraderos, no por victorias de corto plazo. Si no lo gana, podría generar tensiones con Noruega, como advierten analistas, y el premio seguiría su legado de “paz a través de la fuerza” en el debate global.
Mañana, el 10 de octubre, sabremos el veredicto; independientemente, Trump ya ha transformado la diplomacia estadounidense en un espectáculo de alto riesgo.
 
		
