Vamos a regalarnos como los pobres,obsequiando nuestras almas,que son más valiosas y prístinas que cualquier cosas que los querientes del montón pueden codiciar.
No habrá para joyas, viajes ni coches,
pero abundarán los te amo
y los te necesito.
Habrá escasez de lo material,
pero lo rebosaremos en lo carnal
y en lo espiritual.
Sincronicemos nuestros corazones
en un latido unísono
de arritmias melódicas
que canten un eres mía, soy tuyo,
para siempre.
Porque así lo decidimos.
Porque aunque tenemos abismos entre nosotros,
siempre encontraremos
el momento y la intensidad para tenernos.
Nuestras miradas formarán galaxias
que alinearán sus estrellas
para formar constelaciones
que dibujen una flor abriendo sus pétalos,
unos labios mordisqueados golosamente,
o una mano apretando tu seno
para provocarte un suspiro
que preludie el placer,
atávico e instintivo,
que significa entrega incondicional.
Nuestros momentos añejos,
que construyeron la realidad cotidiana,
nos animarán cada mañana
a iniciar con la rutina
de construir una vida
que será un escenario
para proteger las confidencias,
la magia y la chispa
de nuestra querencia
carmesí
y acaramelada.
Estar en tus brazos,
entrelazados con los míos,
formando una trenza que florece de noche
y trepa eróticamente
por cada parte de nuestros cuerpos:
tocando, apretando, sintiendo…
ahí en donde nos gusta,
ahí en donde sentimos,
para que en cuanto la luz áurea aparezca,
se relaje en un acurruco
de ternura matinal.
Homo Aesthesis.