Lo que debería haber sido un momento de duelo nacional por la muerte del ex primer ministro Raila Odinga se convirtió en una escena de violencia y caos en el Estadio Kasarani de Nairobi, donde la policía keniana disparó contra una multitud de dolientes, causando al menos cuatro muertes y decenas de heridos. El incidente ocurrió durante la vista pública del cuerpo de Odinga, un ícono de la oposición política en Kenia, quien falleció a los 80 años en India por un paro cardíaco.
El caos comenzó cuando miles de seguidores de Odinga, muchos de ellos provenientes de su bastión étnico luo en el oeste de Kenia, irrumpieron en una puerta del estadio en un intento por acercarse al féretro. Las fuerzas de seguridad, incluyendo soldados, respondieron disparando al aire inicialmente, pero pronto recurrieron a munición real y gases lacrimógenos para dispersar a la multitud. Videos difundidos en redes sociales y transmisiones en vivo capturaron el pánico: personas huyendo entre nubes de gas, gritos y disparos que interrumpieron la ceremonia. Un testigo ocular, el estudiante universitario Felix Ambani Uneck, describió la escena como un tributo que se volvió trágico: “Él luchó incansablemente por la democracia multipartidista, y hoy disfrutamos de esas libertades gracias a su lucha”.
Entre las víctimas mortales se encuentra Vincent Otieno Ogutu, un padre de familia de 40 años, según informes locales. Fuentes policiales confirmaron inicialmente dos muertes, pero medios como KTN News y Citizen TV elevaron la cifra a cuatro, con numerosos heridos reportados en hospitales cercanos. Adamson Bungei, jefe de operaciones policiales de Kenia, admitió al menos dos fallecidos, aunque no hubo un comunicado oficial inmediato de la policía sobre el uso de fuerza letal.
El presidente William Ruto, quien asistió a la ceremonia y se vio obligado a refugiarse en una sala segura durante el tumulto, elogió a Odinga en redes sociales como “un coloso de la política moderna de Kenia, un guerrero indomable en nuestra lucha por la libertad y la prosperidad”. Sin embargo, no mencionó la violencia en sus declaraciones públicas. El vicepresidente Kithure Kindiki, presidente del comité de planificación del funeral, realizó una conferencia de prensa posterior sin referirse a las muertes o el caos.
Este incidente no es aislado en el contexto de tensiones políticas en Kenia. Odinga, quien fue primer ministro en 2008 y candidato presidencial en cinco ocasiones, representaba la principal oposición a gobiernos sucesivos, incluyendo alianzas complejas con figuras como Mwai Kibaki y Uhuru Kenyatta. Su muerte llega en medio de una crisis social profunda: protestas masivas contra el gobierno de Ruto en junio dejaron al menos 16 muertos y cientos de heridos por tácticas policiales brutales. Además, el país enfrenta altos niveles de desempleo juvenil (67%), desnutrición (36% de la población) y una deuda que consume el 60% de los ingresos fiscales, exacerbando la desigualdad donde el 0.1% de la élite controla más riqueza que el resto de la población.
Líderes internacionales también rindieron homenaje. El primer ministro indio Narendra Modi lo llamó “un estadista imponente y un amigo querido de India”, mientras que el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa destacó su “compromiso inquebrantable con su pueblo y el continente”. El funeral estatal está programado para el viernes, pero el episodio de violencia ha generado llamados a investigaciones independientes sobre el uso excesivo de fuerza por parte de la policía.
Este trágico evento subraya las persistentes divisiones políticas y sociales en Kenia, donde el legado de Odinga como defensor de la democracia se ve empañado por la represión actual. Las autoridades han prometido seguridad para las ceremonias restantes, pero la indignación pública crece en las calles y redes sociales.
 
		
