El histórico conflicto por la frontera en la zona del templo Preah Vihear escaló este lunes a su punto más grave en 14 años, con intercambios de artillería pesada, cohetes y fuego de mortero que dejaron al menos cinco militares muertos (tres tailandeses y dos camboyanos) y 16 heridos de gravedad, según fuentes de ambos ejércitos.
Los enfrentamientos comenzaron al amanecer en el sector conocido como “Triángulo de Esmeralda”, una franja de 4,6 km² que ambos países reclaman desde hace más de un siglo y que ya provocó una guerra breve pero sangrienta en 2011. Testigos en la provincia tailandesa de Si Sa Ket reportaron explosiones continuas durante más de cinco horas y columnas de humo visibles a decenas de kilómetros.
El ejército tailandés acusó a unidades camboyanas de haber iniciado el fuego con lanzacohetes múltiples BM-21 Grad, mientras que el Ministerio de Defensa de Camboya aseguró que sus tropas solo “respondieron a una incursión deliberada” de soldados tailandeses que cruzaron la línea de demarcación.
Imágenes verificadas por este medio muestran cráteres de hasta cuatro metros de diámetro, vehículos blindados destruidos y casas de madera incendiadas en aldeas de ambos lados. Más de 3.200 civiles tailandeses y unos 1.800 camboyanos han sido evacuados de emergencia hacia el interior de sus respectivos países.
La escalada ocurre apenas 48 horas después de que el primer ministro tailandés, Paetongtarn Shinawatra, declarara el área como “zona militar cerrada” y ordenara el envío de dos batallones adicionales de infantería mecanizada. En respuesta, el primer ministro camboyano, Hun Manet, movilizó la Brigada de Intervención 911, unidad de élite conocida por su lealtad al clan Hun y acusada por Bangkok de actuar como “fuerza paramilitar privada”.
Fuentes diplomáticas en Phnom Penh revelan que ambos gobiernos han rechazado hasta ahora la mediación ofrecida por la ASEAN. Indonesia, que preside actualmente el bloque regional, convocó una reunión de emergencia de cancilleres para el próximo miércoles, pero tanto Tailandia como Camboya han condicionado su asistencia a que el otro país “retire primero sus tropas”.
En Bangkok, cientos de manifestantes ultranacionalistas se congregaron frente a la embajada camboyana exigiendo una “respuesta contundente”. En Phnom Penh, el gobierno declaró “estado de alerta máxima” en siete provincias fronterizas y anunció el cierre indefinido de todos los pasos terrestres con Tailandia, medida que afecta a un comercio bilateral que supera los 8.000 millones de dólares anuales.
El secretario general de la ONU, António Guterres, hizo un llamado urgente a “máxima contención” y ofreció el envío de observadores neutrales, oferta que ambos países han dejado sin respuesta hasta el momento.
Mientras los cañones se enfrían esta noche, la frontera entre Tailandia y Camboya vuelve a ser la cicatriz viva de un conflicto que lleva más de un siglo sin resolverse. Lo que comenzó como una disputa por unas ruinas milenarias amenaza ahora con convertirse en el primer conflicto armado convencional del sudeste asiático en lo que va del siglo XXI.

